El torero sujetaba la espada con la mano derecha, por lo que lo «natural» era manejar la muleta con la izquierda. Es por ello motivo de antigua controversia entre los aficionados si solo son pases naturales los que se dan con la mano izquierda, o bien si cuando se despide al toro con la mano derecha por el mismo procedimiento deben considerarse también pases naturales. Esto se debe a que en tiempos de Pepe-Hillo, autor de la primera tauromaquia (1796), aún no se toreaba con la mano derecha con la muleta y no contempló en su obra tal variante, por lo que tradicionalmente no ha estado tan bien vista como el natural por la izquierda. En general, los tratadistas modernos, como Cossío, aceptan que son pases naturales con independencia de la mano con la que se ejecuten, siempre que se reciba a la res por el lado donde se sujeta la muleta. En caso contrario, son pases cambiados (cuya variante más conocida es el pase de pecho, en oposición al natural). Cuando el animal llegue a jurisdicción y tome el engaño, se cargará la suerte, que se remata girando y estirando el brazo hacia atrás con sosiego, describiendo con los vuelos de la muleta un cuarto de círculo, a la vez que se imprime a los pies el movimiento preciso para que una vez terminado el pase quede el diestro en posición de repetirle.