REGLAMENTO
1.Antes de comenzar la faena de la muleta a su primera res, el espada deberá solicitar, montera en mano, la venia del Presidente. Asimismo, deberá saludarle una vez haya dado muerte a la última res que le corresponda en turno normal.
2. Se prohíbe a los lidiadores ahondar el estoque que la res tenga colocado, apuntillarla antes de que caiga o herirla de cualquier otro modo para acelerar su muerte.
3. El espada no podrá entrar nuevamente a matar en tanto no se libere a la res del estoque que pudiese tener clavado a resultas de un intento anterior.
4. Los lidiadores que incumplieren las prescripciones de este artículo podrán ser sancionados como autores de una infracción leve.
5. El espada podrá descabellar a la res únicamente después de haber clavado el estoque. En otro caso, deberá realizar nuevamente la suerte con el mismo.
Transcurridos diez minutos desde que se hubiera ordenado el inicio del último tercio, si la res no ha muerto, se dará por toque de clarín, de orden del Presidente, el primer aviso; tres minutos después, el segundo aviso, y dos minutos más tarde, el tercero y último, en cuyo momento el espada y demás lidiadores se retirarán a la barrera para que la res sea devuelta a los corrales o apuntillada. Si no fuese posible lograr la devolución de la res a los corrales, o el que sea apuntillada, el Presidente podrá ordenar al matador que siga en turno al que hubiera actuado, que mate la res, bien con el estoque o directamente mediante el descabello, según las condiciones en que se encuentre aquélla.
6. Los premios o trofeos para los espadas consistirán en el saludo desde el tercio, la vuelta al ruedo, la concesión de una o dos orejas del toro que haya lidiado y la salida a hombros por la puerta principal de la plaza. Unicamente, de un modo excepcional, a juicio de la Presidencia, podrá ésta conceder el corte del rabo de la res.
7. Los premios o trofeos serán concedidos de la siguiente forma: los saludos y la vuelta al ruedo los realizará el espada atendiendo, por sí mismo, a los deseos del público que así lo manifieste con sus aplausos. La concesión de una oreja se realizará por el Presidente a petición mayoritaria del público; la segunda oreja de una misma res será de la exclusiva competencia del Presidente, que tendrá en cuenta la petición del público, las condiciones de la res, la buena dirección de la lidia en todos sus tercios, la faena realizada tanto con el capote como con la muleta y, fundamentalmente, la estocada.
El corte de apéndices se llevará a efecto en presencia de un alguacilillo que será, a su vez, el encargado de entregarlos al espada.
La salida a hombros por la puerta principal de la plaza sólo se permitirá cuando el espada haya obtenido el trofeo de dos orejas, como mínimo, durante la lidia de sus toros.
8. El Presidente, a petición mayoritaria del público, podrá ordenar, mediante la exhibición del pañuelo azul, la vuelta al ruedo de la res que por su excepcional bravura durante la lidia sea merecedora de ello.
El saludo o vuelta al ruedo del ganadero o mayoral podrá hacerlo por sí mismo, cuando el público lo reclame mayoritariamente.
9. En las plazas de toros de primera y segunda categoría, cuando una res por su trapío y excelente comportamiento en todas las fases de la lidia, sin excepción, sea merecedora del indulto, al objeto de su utilización como semental y de preservar en su máxima pureza la raza y casta de las reses, el Presidente podrá concederlo cuando concurran las siguientes circunstancias: que sea solicitado mayoritariamente por el público, que lo solicite expresamente el diestro a quien haya correspondido la res y, por último, que muestre su conformidad el ganadero o mayoral de la ganadería a la que pertenezca.
10. Ordenado por el Presidente el indulto mediante la exhibición del pañuelo reglamentario, el matador actuante deberá, no obstante, simular la ejecución de la suerte de matar. A tal fin, utilizará una banderilla en sustitución del estoque.
11. Una vez efectuada la simulación de la suerte y clavado el arpón, se procederá a la devolución de la res a los corrales para proceder a su cura.
12. En tales casos, si el diestro fuera premiado con la concesión de una o de las dos orejas o, excepcionalmente, del rabo de la res, se simulará la entrega de dichos trofeos.
13. Cuando se hubiera indultado una res, el ganadero deberá reintegrar al empresario en la cantidad o porcentaje por ellos convenido.
Breve histórico del tercer tercio
Hubo un tiempo en el que la única suerte que se consideraba como tal en el último tercio era la estocada mediante la que moría el toro. La muleta o como antes se decía “muletilla”, no era más que un lienzo blanco que pendía de un palillo y que solo servía de ayuda para estoquear a los torosa medida que los toreros se fueron ajustando y perfeccionando en la forma de entrar a matar, el uso de la muleta también fue evolucionando. De mero utensilio para la defensa del torero en el momento de la estocada, pasó a tener la importancia efectiva de un engaño fundamental para modificar los resabios del toro y, posteriormente, como doble instrumento (efectivo y artístico) convertido, una vez ampliado su tamaño y sus vuelos en el utensilio de lo que ahora conocemos por “faena de muleta”: conjunto de suertes, a la par de eficaces y de adorno, que forman la pieza más importante de la lidia, tal y como la conocemos.
Hasta la aparición de Belmonte el trasteo con la muleta era muy breve. Cuanto más breve fuera la actuación con la muleta y menos pases se dieran, más lo celebraban los aficionados. Se cuadraba al toro con la muleta y, acto seguido, se entraba a matar. Los menos pases posibles ponía de manifiesto el buen oficio y el poderío del matador, el trasteo de muleta era un mero trámite, prólogo del gran momento, del momento fundamental de la lidia antigua: la estocada. Hasta tal punto era importante la estocada, que un torero podía ser una gran figura solamente por que mataba bien.
Un gran visionario de lo que pasaría con la llegada de Juan Belmonte y Joselito fue Cúchares sería “Cúchares” el cual llegaba a hacer faenas de treinta muletazos, un auténtico derroche para la época, pero mataba mal, pero aún así y con lo importante que era la estocada en aquellos tiempos se erige como el preferido del público.
Con Belmonte la cosa empieza a desbordarse ya que cuando le sale un toro boyante nadie quiere que lo mate y desde los tendidos le piden que siga toreando, lo mismo pasa con Joselito, así llegamos a los estilistas de los 30 donde ya se realizan faenas de 30 y 40 muletazos.
Chicuelo aúna todo lo aprendido por los de la edad de oro y a partir del ya nada sería igual y se construye la faena tal y como es ahora.
Llega Manolete y da la última vuelta de tuerca teniendo las faenas la dimensión de las actuales, muy largas con 50 y 60 pases y así a partir de los 40 ya queda claro que lo importante de la lidia es el toreo de muleta, mientras que los demás tercios son un prólogo subordinado a ella.
La época donde se mantiene muy bien el equilibrio entre los tres tercios es la “edad de plata” la que transcurre entre desaparición de Joselito y la Guerra Civil, por aquel entonces la suerte de varas aún no estaba desquiciada lo que permitía ver grandes tercios de quites y florece el toreo de muleta muy variado e imaginativo debido a la gran cantidad de toreos que había.
Por todo esto también podemos decir que la estocada ha dejado de tener la importancia que en tiempos tuvo y que el toreo de muleta ha alcanzado cumbres pero ha sido en detrimento del toreo de capa de las banderillas y de la suerte de matar.
Siguiendo con la muleta, el último que no planteó en redondo sus faenas fue Domingo Ortega, fue el último en torear en “ocho” tal y como se había hecho durante dos siglos, dando sucesivamente un pase por cada pitón haciendo que el toro dibujara la figura de un ocho en su trayectoria, y no la de una espiral tal y como es el toreo en redondo.
Tal y como hemos dicho anteriormente la faena ideada por Chicuelo se hace irreversible con Manolete, y a partir de él todas las faenas se harán en redondo.
Llega la hora de la verdad y el toro debe morir, entonces el matador cambiará el estoque de madera por el de verdad, Manolete, lesionado crónico, no tuvo más remedio que usar el estoque de madera, pero no era lo general antaño. Como si era lo general era matar al volapié aunque había diestros que habitualmente mataban a recibir y en esto no tenía rival el Chiclanero, mejor incluso que Pedro Romero o Frascuelo que fue el último en matar a recibir habitualmente.
Con Juan Belmonte y Joselito la suerte de recibir pasa definitivamente a la historia, entonces el volapié, que ya se usa con profusión por los toreros desde tiempos de Costillares, se convierte en la estocada única.
En cuanto a la posición en la que se debe matar al toro decir que antes de la guerra civil al torero nunca se le ocurriría aparcar el toro y se mataba donde se había terminado la faena, no se cambiaba la espada y se entraba a matar donde el toro estaba, que era el terreno donde había convenido torear de muleta.
Una vez estoqueado el toro muchas veces, este puede tardar en doblar y es preciso utilizar el verduguillo y descabellarlo; hasta 1.934 se descabella con el estoque de matar. Esto hizo que haciendo palanca un estoque de Belmonte matara a un espectador en la plaza de La Coruña. Fue entonces cuando el matador retirado Vicente Pastor ideó el verduguillo o estoque de cruceta.
Ya está el toro muerto. El tiro de mulillas lo arrastra hacia el desolladero y el rito se cumplió una vez más.
Documentación ( «Cómo ver una corrida de toros» y «Del paseillo al arrastre». José Antonio del Moral)
SUERTES DE MULETA
Pases naturales
Pases cambiados
Pases ayudados
Pases de adorno
SUERTE DE MATAR
Llega el momento de matar por lo que se debe saber exactamente cuando es ese momento ya que si nos pasamos de faena, el toro se «descuelga», y así, con la cabeza demasiado baja, al alzarla en el momento del embroque, el toro derrota y se tapa propiciando el pinchazo.Estando la cabeza a media altura al entrar el torero, humillará y descubrirá mejor el «hoyo de las agujas» justo detrás del morrillo, fácilmente distinguible por el remolino de pelos.Tampoco debemos entrar a matar con el toro demasiado entero ya que con su embestida violenta será difícil de conducir.
Debemos elegir también el terreno donde se ejecutará la suerte, así se elegirá el tercio, los medios o las tablas, aunque generalmente se ejecute en el tercio, por lo que tendremos dos formas al «Natural» o «Contraria».
- «Natural»: El costado derecho del toro da hacia las tablas, por lo que al ser estoqueado saldrá hacia los medios y el torero hacia las tablas.
- «Contraria»: La opuesta a la anterior.
- «Recibiendo»
- Cuando el toro tiene dificultades insalvables o querencia marcadísima a tablas entraremos en tablas:
- «Paso de banderillas»: Toro perpendicular a las tablas y cabeza hacia los medios y el matador entrará de fuera a dentro.
- «Dentro a fuera»: La posición de ambos es inversa a la anterior.
- «Al hilo de las tablas»: Toro «aculado» en tablas, se le coloca al toro con el costado izquierdo junto a tablas, así la salida del torero es hacia los medios.