Juan Belmonte, 100 años de alternativa
Relatos sobre las anécdotas que se recogen en el libro «Juan Belmonte, matador de toros» del autor Manuel Chaves Nogales.
Belmonte, nace en 1892 en la Calle Feria, 72 «Los niños que nacen en estas calles se equivocan poco, adquieren pronto un concepto bastante exacto del mundo, valoran bien las cosas, son cautos u audaces. No fracasarán.»
Su abuelo tiene una tienda de quincalla la que heredará su padre y su tío. Su madre como todas las madres le dice:» No te juntes, Juan, con esos granujas de la calle, no aprenderás nada nuevo».
Espartero muere cuando tiene dos años, su infancia está presidida por el culto popular a la muerte heróica del toreo.
La familia se cambia de vivienda y pasan a la Calle Roelas a espaldas de la calle Hombre de Piedra, donde se encuentra el convento de Santa Clara y cuya tapia da a la calle donde vive Belmonte con sus familia; En esa tapia siendo Belmonte pequeño se ahorcó un hombre por lo que pintaron una cruz enorme en la pared en el lugar donde el suicida se había matado y cuando anochecía los chiquillos no pasaban por allí y daban un rodeo para llegar a casa «ningún chiquillo del barrio se hubiera atrevido».
Una noche Belmonte se atrevió, echo a andar, apretó los dientes y con el corazón en la boca, pasó, pasó sin quitarle el ojo a la cruz, la desafió y aquella sensación placentera de confianza en si mismo nunca volvió a vivirla, Belmonte había hecho su primera heroicidad.
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