5 de agosto de 2012. Plaza de toros de Pontevedra, segunda de feria. Tres cuartos de entrada.
Siete toros de Torrealta, muy nobles, de cómodo juego a excepción del primero, sin fuerzas, y del descastado quinto. Destacó el tercero que fue aplaudido en el arrastre.
5 de agosto de 2012. Plaza de toros de Pontevedra, segunda de feria. Tres cuartos de entrada.
Siete toros de Torrealta, muy nobles, de cómodo juego a excepción del primero, sin fuerzas, y del descastado quinto. Destacó el tercero que fue aplaudido en el arrastre.
El Juli. Estocada trasera. Oreja.
Estocada trasera y baja. Oreja.
Sebastián Castella. Media estocada desprendida. Oreja.
Estocada. Oreja.
A. Talavante Dos pinchazos sin soltar, casi entera, aviso y descabello. Saludos.
Pinchazo caído y descabello. Saludos.
Otra vez el uso de los aceros castigó en demasía la muy buena actuación de un torero que se vio obligado a salir en pie tremendamente ovacionado, eso sí. Porque ya se tiene que cebar contigo la mala suerte para que no toques pelo en nuestra querida plaza. Vuelan los pañuelos.
Buen saludo a la verónica de El Juli a su primero para quitarlo después con unas chicuelinas irregulares. Y hete ahí que se acaba el toro, las escasísimas fuerzas del animal sólo permitieron justificar su actuación al madrileño con facilidad dada la nobleza del oponente.
Una joya le correspondió en su segundo turno pero un volteretón tremendo y el encuentro con el caballo lo dejaron para ver el pañuelo verde en el palco, pese a los intentos de la cuadrilla bien dirigida por Julián por cuidarlo e intentar que siguiera. Las manos ya no lo sostenían. Con la derecha fue lo mejor ante el sobrero que derribó al caballo que guardaba la puerta. Mejoró este toreo en redondo lo hecho en el anterior en una lección de maestro de técnica y colocación.
También derribó el segundo al caballo y se destocaron José Chacón y Vicente Herrera. Algo frío y distante (sólo hay que ver sus vueltas al ruedo) notamos ayer a Sebastián Castella que lidió a sus oponentes siempre descargado. Prometía la faena en recuerdo de lo sucedido la víspera pero sólo mencionaremos sus conocidos estatuarios de inicio ante un toro que tenía lo mejor de sí en el pitón derecho.
Sí hay quinto malo y éste no tenía clase ninguna lo que no favoreció nada una faena en la que se le volvieron a ver sus ganas de no cargar la suerte, aunque le ayudó al final para el premio una buena estocada que si no acabó antes con el astado fue quizá por estar algo trasera. De lo contrario, rodado hubiera caído el que no llegó al público ni a su matador para lucirse.
Y lo mejor de la tarde fue lo ofrecido por Alejandro Talavante, en especial en el tercero, un codicioso toro al que rápido vio el extremeño e inició con una vistosa tanda en la que combinó los estatuarios, cambiados por la espalda y el toreo por alto. Música celestial parecía la de este Ruiseñor al que su tremenda nobleza y fijeza en los trapos permitió a su matador ofrecer una variadísima lidia con la muleta dándole siempre distancia ya que lo permitía y es algo que se agradece. No llegó a humillar el melocotón y se acabó la faena con unas manoletinas en el centro del ruedo.
Completamente distinta pero igual de buena fue la faena al sexto que comenzó con un quite por saltilleras y que llegó al último tercio con sólo dos pares, dada la justeza de fuerzas. Una primera tanda en tablas para alegrar y ya en el centro dobla las manos el toro al final de la primera en redondo. Quedaba sólo el arrimón, el toreo de cercanías pero eso sí, bueno y llegando al público, pese a ser una labor de enfermero. Variedad de Alejandro para acoplarse a dos toros muy, muy distintos.
Los capitalistas en Pontevedra sí tienen prima pero no riesgo, a no ser de sufrir contractura en los hombros.
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