JUAN PEDRO DOMECQ SOLIS
Esta maldad llamada azar es lo que iguala, por imprevisible, al toreo y a la vida. Quién tiene la certeza de la bravura de un toro y quien tiene el certificado de caducidad de su propia vida. De todas las propiedades la de la propia vida está en manos del peor de los propietarios, la suerte. La mala suerte, que tanto le tocó los costados a Juan Pedro Domecq en los últimos largos años. Ese mal de ojo errante que, tras fijarse, como que se encela y se ceba. Primero el hijo, que se murió más despacio y más lento que el más lento de los naturales. Luego él mismo. Son esas cosas humanas que se desconocen, las que van más allá de la profesión o de actuar encima del escenario, las que duelen, hieren y hasta matan. En este accidente, como en otros, se pone punto final indeseado e indeseable, casi siempre a lo que se desconoce.
Muy lejos de la púrpura de una vida trabajada y trabajosa, Juan Pedro Domecq será un desconocido. Más allá del ganadero estaba el lector de poesía y literatura, el padre, el hermano. Más allá de esa idea de tauromaquia que tanto espectáculo dio y tanto recuerdo deja a través de faenas inolvidables estaba el ser humano que creó este medio. Un medio del que jamás se benefició para vender un pitón y que supo ceder a una nueva empresa cuando creyó que el relevo beneficiaba su desarrollo, su futuro, su independencia. Fue siempre más conversador que accionista, más apasionado que cerebral y siempre, un ser humano.
Como casi todos, paradigma de la media botella entre virtudes y defectos, pero como muy pocos, un gran desconocido o quizá un mal contado o un defectuoso de una imagen mal reflejada en el distorsionado espejo de este mundo de vanidades. Todo lo que se crea y se tiene, todo lo que se sueña y se consigue, puede ser la única forma de engañar al azar malo, a la suerte canalla. Porque más allá de esa carretera y de ese golpe frontal, más allá de los años, queda lo que se hace, lo que se aporta, lo que piensa. Lo que se consigue. Ese recuerdo es lo que, en medio del mismo azar y, paradójicamente, iguala a la bravura que se persigue con la vida que se vive.
Juan Pedro Domecq Solís, nacido el 10 de abril de 1.942, ingeniero agrónomo en 1.966, criador de reses bravas y empresario, es uno de los personajes más inquietos, creativos e influyentes del panorama taurino internacional actual. Desde que se hiciera cargo de una parte de la ganadería de su padre en 1978, su actividad profesional se ha desarrollado, fundamentalmente, en tres aspectos distintos y complementarios: la actividad ganadera, la actividad pública profesional y la actividad empresarial privada.
Respecto a su actividad como ganadero, Juan Pedro Domecq ha sabido recoger y lanzar el fermento ganadero que comenzara su abuelo, Juan Pedro Domecq Núñez de Villavicencio y, sobre todo, su padre, Juan Pedro Domecq Díez, en la búsqueda de un animal bravo, «capaz de embestir hasta la muerte».
Además de fijar unas características inconfundibles del toro de juampedro, como ganadero ha invertido largos años de trabajo e investigación, en convenio con la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, para desarrollar un programa informático, único en el mundo, tutor de la selección genética de la ganadería.
Ese extraordinario control en la selección le ha permitido no solo culminar temporadas de una sorprendente regularidad, especialmente la del 2000, sino convertirse en semillero selecto de otras ganaderías que buscan en los juampedro un aporte de clase, transmisión y, evidentemente, desarrollo comercial para sus ganaderías.
Juan Pedro Domecq suscitó no pocas polémicas con la definición de su toro como el toro artista, un animal armónico, noble y vibrante,frente al tan de moda toro mastodonte, capaz de colaborar en la creación artística de los toreros. Esto significa un acercamiento limitado de la ganadería a las plazas que quieren basar la emoción en el tamaño del toro Pero la realidad es que las camadas están vendidas con muchos meses de antelación y que aportan triunfos a las máximas figuras del escalafón en España, Francia y América.
Investigador inteligente de su estirpe ganadera y de la historia de la ganadería y la tauromaquia, el ganadero ha desarrollado sistemas de cría, saneamiento, alimentación y manejo muy personales, en la búsqueda de un toro acorde con sus sueños. El toro es para Juan Pedro Domecq un animal que debe evolucionar de acuerdo con los gustos del público y de sus intérpretes, los toreros. Especialmente notoria fue la iniciativa de correr los toros, entrenarlos a diario, en un tauródromo, como fuera bautizado el circuito de la finca Lo Álvaro por el periodista José Carlos Arévalo, que permite desarrollar la musculatura de unos atletas, que deben explotar durante todos y cada uno de los veinte minutos que dura su lidia.
Su faceta de hombre público, de profesional involucrado en la política de la Fiesta, le ha llevado a tres ámbitos de acción.
Como presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia durante diez años, entre 1.984 y 1.994 impulsó un cambio fundamental de esta organización casi centenaria, líder absoluta del sector, que fue estructurada como una empresa profesional y eficiente en sus aspectos organizativos, administrativos, veterinarios y jurídicos. Fruto de esta actividad fue, entre otros, el acuerdo con el Ministerio de Agricultura para la llevanza del Libro Genealógico de la Raza Bovina de Lidia.
Como miembro de la Junta Directiva de la Confederación de Asociaciones Profesionales Taurinas, impulsó en entre 1.995 y 1.996 el estudio de sistemas de modernización de la estructura de la Fiesta, como la redacción del libro blanco y la propuesta de un sistema de consorcio público-privado para la corresponsabilidad de los profesionales en la definición y el control de los espectáculos. También participó activamente en los acuerdos con las Comunidades Autónomas para la creación de mesas bilaterales que aportaran soluciones a los problemas de la Fiesta.
Como personaje público ha llevado también su capacidad de organización e influencia a poner en marcha los congresos mundiales de ganaderos de reses bravas. Fue vicepresidente del primero de ellos, celebrado en México en octubre de 1.993, y ponente en todos los celebrados hasta ahora.
Juan Pedro Domecq, promotor del portal taurino mundotoro.com, es, finalmente, un ameno, polémico y documentado conferenciante, autor de numerosos artículos y pregones relacionados con la Fiesta, la ganadería brava y la historia de la Tauromaquia.
Información recabada de: http://www.mundotoro.com/
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