Orejas Pequeñas
Plaza de toros de Pontevedra, 15 de agosto de 2015. Más de media entrada en los tendidos.
Toros de Román Sorando, muy desiguales de juego y presentación, habiendo sólo 25 kg. de diferencia entre los extremos.
Miguel Abellán. Estocada atravesadísima que hace guardia y descabello. Oreja
Estocada y descabello. Oreja.
El Cid. Estocada. Oreja y fuerte petición.
Pinchazo, estocada, un intento y descabello. Vuelta al ruedo ¿por su cuenta?
El Fandi. Media desprendida y atravesada, aviso y descabello. Oreja
Estocada. Dos orejas.
Al finalizar el paseíllo, una gran ovación acompañó la aparición de la pancarta de “Pontevedra taurina” a la que se sumaron los tres matadores y a la que sin duda alguna nos unimos también nosotros.
Salió de primero el bonito, una lámina de toro al que saludó de rodillas Miguel Abellán (¡17 años de alternativa, 17!) y en la primera tanda ya sonó el pasodoble. Aunque le permitió el toreo por abajo, fue una faena que no cogió vuelo ni siquiera tapándole los defectillos del animal logrando que no ensuciara la lidia y llegaran al público.
“Que alguien centre que éste lo remata todo”. No era fácil someter una embestida tan brusca y bruta. Aunque rápido y repetidor, no era para nada el primer toro, Miguel tampoco. Quizá planteó las faenas cambiadas: espacios al anterior y ahogando a éste lo que se tradujo en repetidos enganchones y en esto llegó un pisotón que le dejó el pie cojo para toda la tarde.
Recibe a la verónica El Cid al segundo y enseguida se le notan las ganas. Pinchacito (algunas enfermeras me sacaron más sangre) y solicita el cambio de tercio para quitarlo por delantales. Crudo lo quería el sevillano ya que venía justito de serie el mulato, sin detalles, sin ambición alguna, enfrentándose a toda la que traía un entregado y auto-reivindicativo Manuel. ¿Pelín desprendida, pelín atravesada? Pelillos a la mar y oreja al diestro.
Hasta una tanda de molinetes incluida llevó la actuación del de Salteras, eso sin contar desplantes, lanzar la muleta, enseñar el pecho de rodillas… Pero no era este quinto el toro con el que uno sueña para triunfar y esos problemas impidieron a El Cid lucirlo en una faena lineal de principio a fin. No supo o no pudo sacar jugo de aquella embestida incómoda. Sí entiendo que se vino arriba tras el arrastre y si escuchó algunas palmas, salió a saludarlas al tercio y ya que estoy aquí y el ruedo es pequeño…
Pontevedra idolatra a Fandila y corea su nombre incluso antes de salir el toro, al que recibió con verónicas y chicuelinas. Más de estas últimas para llevarlo al caballo y el éxtasis llegó en las banderillas his way. Faena de la casa sin exponer ni mostrar al toro y en la que para calentar el ambiente recurrió a los molinetes y los gestos al público. ¿Puedo decir que no “vi” al toro?
Tres largas cambiadas de rodillas, un quite… dejen que recuerde… sí, por chicuelinas y mucho mejor realizado el segundo tercio. Tan bien creyó haberlo hecho que se fue a por un cuarto par, solicita permiso a la presidencia y nanay. Le quita los arponcillos y parea con ademanes evidentes de contrariedad y enfado antes y después de hacerlo, echando al público encima del presidente en un feo gesto contra éste. Pero espoleó todo esto al granadino quien toreó bien, despacio y dándole tiempo a una faena siempre por abajo. Un estoconazo fulminante le permitió desorejar al último toro de la feria.
Tarde por tanto sin mucho que reseñar, lluvia y ambiente algo frío tanto en lo climatológico como en lo emocional donde hasta las peticiones me parecieron más flojas, poco sonadas.
Texto y fotos: Finito de Teis.
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