Belmonte, 100 años de alternativa
Relatos sobre las anécdotas que se recogen en el libro “Juan Belmonte, matador de toros” del autor Manuel Chaves Nogales.
Al año siguiente Belmonte empezó tereando en Barcelona donde fue llevado a hombros por las Ramblas, cosa que a algún periodista de la ciudad condal no le pareció acorde al nivel cultural que Barcelona tenía. En una de las dos novilladas en las que actuó se acercó a verlo uno de los periodista más entusiasta de Joselito, el cual dictaminó que no era ningún fenómeno aunque si un buen torerillo.
También toreó en Valencia otras dos novilladas y después marchó a Toulousse, donde descubrió que había otras formas de pensar y vivir, otras ideas de la vida que iban mucho más allá de Sevilla, pero cuando contaba en Triana aquello a sus compañeros, estos empezaron a desconfiar de que Belmonte estuviera fantaseando demasiado, aquello era imposible que sucediera en ningún sitio.
Belmonte volvió a Barcelona, luego a Bilbao y por último se presentó en Madrid. La expectación era muy grande en Madrid estaban deseando ver a los que por aquel entonces se les llamaban los “fenómenos”. Un poco antes de de llegar a Madrid en el tren se subió el reportero más en boga de aquellos tiempos “El Duende de la Colegiata” que escribía en el Heraldo y aprovechando la ocasión les hizo una entrevista, este reportero que era especialista en llamar la atención lo primero que hizo al llegar a Madrid fue llevar a Belmonte al teatro Romea donde estaba actuando la mismísima Pastora Imperio, que hacía poco se había separado de Rafael “El Gallo”, así se quitaron unas fotos y el escándalo estaba servido.
La cosa no acababa ahí “El Duende” le pidió expresamente a Belmonte que le brindase el toro a lo que el maestro accedió.
Al primer novillo Belmonte le pegó cinco verónicas que hizo que el público se entusiasmara y después de un recorte se ciñó tanto que recibió un pitonazo en un muslo. Al llegar la suerte suprema Belmonte se dirigió hacia el tendido donde se encontraba “El Duende” para hacer el brindis que le había prometido, pero la gente al percatarse de tal propósito empezó a gritar al maestro “¡No!¡No!”. Belmonte hizo como si no oyera pero una tempestad de gritos y silbidos caían sobre Belmonte, se dio cuenta de la impopularidad del reportero en Madrid y de aquello repercutiría sobre su popularidad para con los aficionados madrileños, pero Belmonte había prometido aquel brindis y cumplió con su palabra.
El malhumor que aquello causó en Madrid pasó rápido, el novillo lo mató bien y a fuerza de arrimarse el público de Madrid fue entusiasta de Belmonte como en Sevilla. Aquella noche en los cafés de Alcalá y la Puerta de Sol Belmonte era aplaudido y vitoreado al ser reconocido. Madrid estaba conquistado.
Cap.1.- Primera heroicidad
Cap.2.- Cazador de leones
Cap.3.- Ha nacido un torero
Cap.4.- Una verdad revelada
Cap.5.- El segundo de La Tablada
Cap.6.- El que para, manda
Cap.7.- Un “Tancredo”, veintitrés reales
Cap.8.- Juan “Er der Monte”
Cap.9.- Los panecillos de Elvas
Cap.10.- Rios de sopa y montañas de pescado
Cap.11.- El Cambiazo
Cap.12.- Aún hay justicia en la tierra
Cap.13.- Llegó el amor y Sevilla
Cap.14.- ¡Mátame,asesino,mátame!
Cap.15.- A Valencia con amor
Cap.16.- Estaba decidido, aquella tarde moriría
Cap.17.- El melonero de Triana
Cap.18.- ¡Viva Belmonte!
Cap.19.- El peor percance de mi vida taurina
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