Belmonte,100 años de alternativa
Relatos sobre las anécdotas que se recogen en el libro “Juan Belmonte, matador de toros” del autor Manuel Chaves Nogales.
Comenzó la corrida de consagración, el triunfo definitivo como ni¡ovillero, de donde Belmonte saldría reconocido por todo el mundo taurino.
En el primer toro los alternantes con Belmonte se lucieron mucho y a la hora de D.Juan al abrirse de capa, el novillo le arrancó el capote de las manos.
En el segundo paso lo mismo y al hacerse de nuevo con el capote intentó lancear otra vez y por tercera vez en la tarde el novillo le arrebató el capote de sus manos. «Larita» sacó de la testuz, con su mano, el capote y se lo lanzó a Belmonte, es entonces cuando le entra el desaliento por el ridículo y esto bloquea a Belmonte.
A la salida del toro del maestro, es entonces cuando prescinde del público, de los alternantes, de si mismo y hasta del toro y empieza a torear tal y como hacía en las dehesas y cerrados. Dicen que los lances de Belmonte en aquella tarde fueron la revelación del nuevo toreo y Belmonte se netregó a su fe y a su forma de creer de como se debería torear.
En ese toro Belmonte consigue por primera vez en su vida entregarse por entero al placer de torear abstraido de todo lo demás, como hacía de costumbre le habla al toro mientras lo terea y cuando ya no sabe que hacerle más, de rodillas, se acerca a la cara del toro y le dice: «¡Anda, torito, cógeme! y seguía, al ponerse de pie, con los engaños y los pases. Aquella era la faena perfecta la que tantas veces había soñado, pero en estas faenas soñadas, al final el toro le cogía y tal y como lo había soñado aquel toro lo cogió en un muslo, paro como su abstracción era tal ni se percató de su cogida y entrando a matar el toro cayó a sus pies .
La genta enloquecida se echó al ruedo y lo levantaron sobre un mar de cabezas de oleaje humano, le dieron un par de vueltas a ruedo lo llevaron hacia la puerta del principe y vió como, el típico aficionado, echaba las manos al cielo llorando de la emoción.
En volandas le cruzaron el puente de Triana y lo llevaron por las calles entre el júbilo de la gente, hasta el corral donde vivía y entrando en su habitación allí, sobre su cama, lo arrojaron, la sangre manaba de la herida y Belmonte sentía que se desfallecía y rodeado de su pobre familia se estremecía mientras en la calle seguían gritando la multitud: ¡VIVA BELMONTE!
Cap.1.- Primera heroicidad
Cap.2.- Cazador de leones
Cap.3.- Ha nacido un torero
Cap.4.- Una verdad revelada
Cap.5.- El segundo de La Tablada
Cap.6.- El que para, manda
Cap.7.- Un “Tancredo”, veintitrés reales
Cap.8.- Juan “Er der Monte”
Cap.9.- Los panecillos de Elvas
Cap.10.- Rios de sopa y montañas de pescado
Cap.11.- El Cambiazo
Cap.12.- Aún hay justicia en la tierra
Cap.13.- Llegó el amor y Sevilla
Cap.14.- ¡Mátame,asesino,mátame!
Cap.15.- A Valencia con amor
Cap.16.- Estaba decidido, aquella tarde moriría
Cap.17.- El melonero de Triana
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