Posted On 11/08/2024 By In headline, PEREGRINA 2024, SlideInicio With 214 Views

Talavante fue el rey

Plaza de toros de Pontevedra, casi llena. 10 de agosto de 2024, primera de feria.
Tres toros del Puerto de San Lorenzo y tres de La Ventana del Puerto,
parejos de juego y presentación, nobles y escasos de fuerza.
Alejandro Talavante. Dos pinchazos, casi entera y descabello. Silencio.

Estocada. Dos orejas.
Juan Ortega. Estocada y división de opiniones.
Pinchazo y estocada. Saludos.

Roca Rey. Estocada tendida y desprendida. Aviso y oreja.
Pinchazo hondo y descabello. Silencio.
Aclarado de nombre, negro de capa, así era el toro que salió en cuarto lugar
y que aprovechó Talavante en grado máximo. Lo saludó con tres faroles y brindó la
faena al público asistente (en mayor número cada año que pasa). Inició el trasteo de
muleta de rodillas y con el viento de la concurrencia a favor. Una arrucina y un
espléndido cambio de mano acabaron de convencer, de ahí que alternara en la
última tanda los pases de frente y por la espalda para acabar con un desplante sin
muleta, apoteosis. Gran faena por ambos pitones y unas manoletinas que
prologaron una estocada (¿pelín desprendida?) que desorejó al de La Ventana del
Puerto.
Suelto y aquerenciado salió el que abrió plaza y el tratamiento a aplicar
consistió en mucho cuidado en los naturales para que no cayera, máximo objetivo.
Una ovacionada noria de espaldas cerró la faena.
Desastroso resultó el tercio de banderillas del tercero. Roca cogió la montera
para brindar al público y ya se escucharon los aplausos. Y brindó. Me pareció
escuchar a alguien pedir la música, no me hagan mucho caso. Tras la primera
tanda, la petición era mayoritaria. Faena muy de la casa con ese toreo perfilado y al
hilo del pitón. Es Andrés ese hijo que no estudia porque para el cinco ya tiene, pero
que, además, cae bien a los profesores por lo que, en la evaluación, te restriega el
notable en la cara. La larga agonía del toro le salvó una oreja.
Por delantales recibió al sexto, toro que después fue a comprobar si estaba
cerrada la puerta de chiqueros y se fue por el caballo que la guardaba. Ahí fue
picado y se derrumbó. Era fijo y repetidor pero la nobleza sin fuerza no aporta
espectáculo, por lo que las tandas tenían que ser cortas y con mucho espacio y
tiempo entre ellas. Arrimones para acabar ante un toro aburrido y moribundo. Daba
algo verlo mostrar la muerte en el descabello.
Fardero, quinto, era el de más peso, el más alto y más hondo del encierro.
Brindó Ortega esta faena a Diego, un joven aficionado (empleado de la plaza)
seguidor, nunca mejor dicho, del diestro sevillano. También mostro querencia a
chiqueros y dejo la vida en el caballo. Y el alma. Los muletazos iban con mucho
cariño, cuidado y de uno en uno. No molesten, por favor. Bien se sabe que de
donde no hay, nada se puede obtener. Estocada fulminante.

La lidia resultó horrorosa en los dos primeros tercios del segundo toro. Se
caía el pobrecillo y Juan lo pasaportó sin tiempo de haberse conocido. Pitos en el
arrastre.

Texto y fotografía: Finito de Teis.

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