Pontevedra, 6 de agosto de 2023. Primera de feria, más de tres cuartos de entrada.
Toros de Alcurrucén, desiguales de presentación, mansos y descastados.
Sebastián Castella. 2 pinchazos, aviso, estocada caída y atravesada, 2º aviso. Silencio.
Estocada caída, intento de descabello y se echa el toro. Silencio.
Daniel Luque. Estocada desprendida y dos orejas.
Pinchazo hondo y descabello. Oreja.
Tomás Rufo. Estocada y oreja.
Estocada y dos orejas.
Atraviesa Daniel Luque un momento dulce, exquisito, casi sublime. Borda el toreo con inteligencia y sabiduría y eso se nota en todo lo que hace sobre el ruedo.
Aquerenciado salió el segundo y se llevó un puyazo bajísimo en la puerta de chiqueros. En la segunda tanda ya tenía el sevillano al toro y al público metidos en la muleta. Mejor por el lado derecho, toreó siempre por abajo a riesgo de que doblara el toro como así hizo en varias ocasiones. Las ovaciones del público pontevedrés siempre son distintas y para él fueron las de gala, las de domingo. De postre luquecinas y los dos pañuelos asomaron en el palco con velocidad.
En el quinto se rozó la tragedia. Derribó el toro al picador y costó tiempo, Dios, ayuda, monosabios y areneros levantar al caballo. Uno de estos empleados se llevó una cogida, otro una brecha en la cabeza, otro una lesión en el hombro…; los riesgos innecesarios y evitables de dejar suelto a un toro ídem. La lidia, la lidia, ¡ay, la lidia!
El brindis en la puerta de la Enfermería nos calentó las manos y fue el preámbulo de una faena construida con el poso de quien sabe de qué va esta profesión. Da gusto verle correr la mano con la muñeca dirigiendo la muleta siempre en el sitio adecuado, exacto. No por tener dos orejas en el esportón se guardó nada, muy al contrario.
Tomás Rufo cayó un día de pie en Pontevedra, se le quiere y a la mínima se corea su apellido con insistencia. Bajo y corto era el tercero y viajaba siempre con la cara muy alta. Manso, logró meterlo el toledano en la muleta en una faena cargada de tenacidad. La estocada, fulminante, envió al toro al desolladero sin que pudiera contar hasta tres.
De rodillas comenzó la faena del último de la tarde y supo pisar los terrenos de un toro parado que no ayudó a las ganas de Tomás por conseguir una oreja que abriese la puerta grande. De regalo se llevó la segunda del sexto que empataba en trofeos con Luque.
Sebastián Castella pasó por Pontevedra y se le agradece la visita. Por doblones llevó a los medios al que abría plaza, otro parado que se llevó una faena “aseada y profesional” con la que cumplió el trámite y rellenó el expediente. Ninguno de los dos protagonistas se entregó.
La trayectoria sol-sombra era cuesta arriba para el cuarto, cuando los cuartos traseros apuntaban hacia los corrales. Deficiente la lidia así como en el segundo, no digamos el quinto. ¿Dije ya que la corrida fue mansa? Este fue la definición exacta y viviente, de diccionario, de un toro suelto y abanto. Brindó la faena al público y ahí mismo se acabó la faena de muleta.
Nada más. Ah, sí, se desmayó un espectador en un burladero del callejón.
¿Nada más?
Texto y fotografía: Finito de Teis.
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