TOREO A CABALLO
EL CABALLO QUE TOREA
Las características fundamentales del caballo de rejoneo son, temperamento, fortaleza, rapidez, valor “corazón” y fundamentalmente una doma muy precisa.
De entre las razas debemos reconocer que los de raza Española-Andaluza son los de más corazón y fuerza y los más apropiados para el toreo. También tendremos en cuenta que a medida que se va sumando perfección en el rejoneo las razas y esta en particular se van cruzando entre sí dando otras distintas que son más apropiadas según la parte de la lidia a la que nos referiremos.
Así tendremos que el valor de la raza Española unida a la rapidez de los caballos Ingleses nos da un caballo inmejorable para el primer tercio, en el cual se debe parar el primer y fuerte arreón del toro a su salida al ruedo, además de clavar los primeros rejones de castigo.
También tenemos la raza Árabe casi Andaluza pero un poco más bajo, lo que lo hace perfecto para el tercio de banderillas ya que tiene una rapidez endiablada y unos reflejos que le hacen salir rápidamente de los embroques del toro.
Si del último tercio estamos hablando debemos tener en cuenta que el toro ya se encuentra más aplomado y para bajarse bien el jinete y poner las banderillas cortas y el rejón de muerte más tarde no debemos dudar en usar un caballo de raza Española.
Así como vemos los caballos mejores no son necesariamente puros de raza sino que se deben cruzar convenientemente.
DOMA
Los caballos tiene un instinto muy desarrollado de defensa y memoria, aprovechando estos aspectos y fundamentalmente su instinto de conservación que les hace reaccionar ante el castigo y les hace a su vez distinguir que es lo bueno y lo malo, se crea una forma de doma que debe ser la que se conoce con el nombre de doma vaquera, para lo que también se hace necesario para el trabajo con el toro de lidia en las dehesas.
El aspecto fundamental de esta doma es enseñar al equino al galope a resolverse con rapidez y ponerse al galope con muy aceleración. Además estos caballo deben tener desarrollada la sensibilidad para reaccionar a cualquier mínimo insinuación de su jinete, esto se denomina tener “buena boca”.
Esta doma de la que hablamos se empieza al cumplir el caballo los dos años y su duración es de entre seis y doce meses. Cuando remata la primera parte, este caballo destinado a la lidia de reses bravas se debe acostumbrar a la presencia de los toros, así en los picaderos se realiza el primer contacto con el famoso carretón, se pasa más tarde a acostumbrarlo con el bulto mediante acercamiento a toros mansos, así se pasa al entrenamiento con becerras para llegar al final y enfrentarlo al toro de lidia.
PASOS CLÁSICOS DE DOMA
Gracias a la influencia de Don Álvaro Domecq Díez al introducir la alta escuela en el toreo ecuestre tenemos una serie de pasos clásicos muy del toreo ecuestre a la española, entre los que destacamos:
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Paso Español: El caballo eleva y extiende sus brazos delanteros sin doblar rodillas y sin dejar de avanzar.
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Pirueta inversa sobre tres remos: La grupa gira teniendo como eje una pata delantera mientras la otra permanece extendida.
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Pasaje: Trote levado perfecto de movimientos con cadencia lenta que se puede hacer hacia atrás o de costado.
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Piafé: Sin avanzar y apoyándose sobre la mano derecha y el la pata izquierda, pasando a hacerlo sobre las extremidades contrarias con elevación de los remos que quedan al aire.
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Galope de costado: Manteniendo el galope el caballo se desplaza hacia uno de los lados.
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Piruetas de galope: Giros sobre si mismo intercalados en el galope.
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Galope sobre el terreno: Sin avanzar el caballo este sigue galopando.
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Arrodillar o sentar al caballo
Todos estos movimientos se enseñan con la ayuda de la voz y con riendas y los desplazamientos con el jinete montado.
VESTUARIO
Las necesidades del trabajo en el campo son las que imperan a la hora de hablar de la vestimenta, así no deben faltar el sombrero Cordobés de ala ancha y copa alta, que nos permitirá protegernos del sol; La chaquetilla corta y ceñida, nos permitirá la facilidad de movimientos; La calzona o pantalón ceñido y coto para que no se pierda el contacto del caballo con las botas de montar y por último los zahones que son unos delantales de cuero que nos cubren las piernas de la lluvia y de las ramas.
Los rejoneadores Portugueses visten a la vieja usanza denominada “Federica”, usando una casaca de seda bordada, camisa con chorreras de puntilla rizada, calzón corto y de sombrero tricornio, los aspirantes que no han tomado la alternativa visten de camperos.
HIERROS
En la primera parte de la lidia y cuando sale el toro se la hace sangrar para parar la acometida primera, para ello se utilizan los “rejones de castigo”, con un largo de 160 centímetros y una cuchilla de doble filo en su final, cuando se trata de toros es más larga que la de novillos. Esta cuchilla se una al palo mediante un taco de madera con una muesca que hará que ambas partes al clavar se separen una de la otra. La bandera que el rejoneador ondeará al clavar y tras el embroque, está liada al palo mediante unos hilos que se desatan una vez que se clava dejando libre este tramo.
En el segundo tercio o de banderillas se dejan los rejones de castigo, que serian en la lidia de a pie las varas, y se procede a poner banderillas o “farpas”. Se clavan a una mano y tienen la misma longitud que los rejones, el arpón es similar al de las banderillas normales.
Como adorno se pueden clavar banderillas cortas o las denominadas “Rosas” inventadas estas por Ángel Peralta.
Por último tenemos el “rejón de muerte” que no es más que una hoja de espada unida a un mango de madera, esta hoja se separa con el mismo procedimiento que el rejón de castigo.
SUERTES Y TÉCNICA
Los rejoneadores son especialistas en alardes más o menos arriesgados todo ello hasta la aparición de Antonio Cañero, el cual empieza a torear a caballo y a lidiar con las reses, esta lidia se realiza de igual manera que la de a pie y se divide en tercios de igual manera.
Se realiza el paseíllo de los actuantes acompañados de sus cuadrillas de a pie, se utilizan monturas con mucha vistosidad y después de saludar al presidente se saluda al público con una vuelta al ruedo y se realiza en los medios una especie de coreografía antes de que salga el primer toro.
El gran conocedor Álvaro Domecq Díez nos enseña que se debe conocer las querencias del toro al igual que en el toreo de a pie y el buen toro para la lidia de a pie es bueno también para el rejoneo. El toro cuando tiene cerca al caballo se ve si espera o se arranca, si este se cruza no es bueno, se ve si corta terrenos, cabecea, embiste “atrasado” o defendiéndose; Otra cosa es si va derecho y con fijeza, acude si se le llama, embiste bien, no tiene querencia a tablas, etc. este toro es bueno.
Lo mismo aplicaremos para los rejoneadores con respecto a su valor, temple y arte cuando nos fijamos en esto con los toreros de a pie.
Para tener una referencia a seguir y así saber lo que debemos tener en cuenta a la hora de ver una corrida de rejones nos acordaremos del las normas del Duque de Pinohermoso:
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El caballo no debe protestar durante la lidia.
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No se debe tocar el caballo además de ser feo, dificultará su doma.
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No se debe hacer un uso excesivo de auxiliadores.
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Hay que dejarse ver del enemigo.
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No se debe entrar por sorpresa.
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Siempre se clava de frente y el caballo debe estar bien colocado de cabeza y cuello para que mire siempre al toro.
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El toro debe llegar al encuentro con el caballo (no del estribo) y se debe clavar de arriba abajo.
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Se deba llevar al toro de un tercio a otro templadamente.
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De la manera de llevar lo rejones de muerte dependerá el resultado que se obtenga.
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Los medios es el lugar idóneo para realizar las suertes, si ello no fuese posible se realizarán al sesgo o de dentro para fuera.
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Las suertes realizadas por dentro y pegadas a tablas no tienen valor ninguno.
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Si se realizan giros de alta escuela este se debe hacer con corrección.
También podremos tener en cuenta las normas a seguir dictadas por el maestro Manuel Vidrié:
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La distancia con el toro es el mayor mérito y debe de ser de dos metros.
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Se debe ajustar a la embestida sin salirse del radio del recorrido.
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El quiebro se debe hacer en la cara del toro y justamente ahí.
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Se clavará en los medios y sin nadie que ampare al caballo.
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La suerte se realizará siempre de frente.
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Se clavará dando el caballo el pecho al toro y encontrando al toro por delante.
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Se clavará por delante del estribo y nunca por detrás.
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Se conocerán los terrenos del toro y se irá hacia él según lo pida.
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El caballo es una muleta con la que se torea.
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Se pondrán al unísono de acuerdo la cabeza, manos, piernas y caballo y así se podrá torear, mandar y templar.
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El caballo y el caballero deben ser uno.
En resumen se debe tener una buena expresión que se traduce cuando el caballo va al encuentro y sale de él con la mirada fija en el toro, con el cuello girado hacia sus astas, como si fuera un torero, sintiéndose y gustándose como lo hace su jinete.
TERCIOS
PRIMER TERCIO, O DE SALIDA
La primera acción que se realiza es la de parar al toro, la cual se puede realizar esperándolo a la grupa en la misma puerta de chiqueros y corriéndolo con la garrocha o fijándolo recortándolo cada vez más cerrado hasta que se para en los medios, esto se hace “encolándolo” o lo que es lo mismo haciendo que siga la grupa del caballo; la destreza para esta acción se demuestra dando cuantos menos círculos mejor.
Después de esta primera acción se coloca al toro en suerte, se saca de las tablas o cerrarlo de fuera a dentro con la famosa “V” de Ángel Peralta con la cual hacía que el toro siguiese la grupa y cambiarle de dirección cuando el toro estaba encolado o utilizando el paso atrás que consiste en trotar en paralelo y encelar al toro a base de darle los pechos del caballo.
Así con estas primeras acciones se ven tanto las embestidas del toro como las querencias del mismo y su nobleza.
Seguidamente se ponen los dos rejones de castigo para disminuir la fuerza de salida del toro, tal y como sería en el toreo a pie con el tercio de varas. En este tercio es fundamental que el caballo obedezca al jinete cuando se le pida velocidad ya que como el toro está muy cercano el caballo debe ser ligero y templado y aguantar sin ser cogido.
SEGUNDO TERCIO, O DE BANDERILLAS
El tercio más vistoso donde surgen los adornos y alardes de doma, este tercio es muy variado en sus suertes ya que se puede banderillear como de a pie, de frente, al sesgo y al quiebro, todo ello a una mano o a dos y con palos cortos o largos. Reglamentariamente no se debe poner más de tres pares banderillas contando las cortas, se debe ejecutar en los medios y yendo de frente, clavando a la altura del estribo y de arriba abajo.
Con los palos cortos o las denominadas “Rosas” se banderillea con la suerte del “caracoleo”; “al quiebro” se realiza marcado la salida al toro desplazando al caballo hacia el otro lado por donde se quiere quebrar y así clavar por el lado contrario.”El par del violín” donde las banderillas son clavadas con la diestra pero por el lado izquierdo, levantándose el brazo por encima de la cabeza.
TERCER TERCIO, O DE LA SUERTE SUPREMA
En este tercio se pone un tope de tres rejones de muerte, yendo de frente una vez fijado el toro y levantando el brazo de arriba abajo, si el toro no dobla con los tres rejones de muerte, el rejoneador echará pie a tierra para dar muerte con el estoque o con el descabello, para ello dispondrá de cinco minutos después de trascurridos los siete anteriores que dispone para dar muerte a caballo.
Los caballos utilizados para este tercio son caballos muy obedientes y que van de frente sin salirse o curvarse demasiado en el momento de la reunión.
La dificultad de clavar el rejón de muerte es muy grande ya que debemos tener en cuenta que tanto el jinete como el toro están en movimiento y encontrar la dirección correcta y más dañina para el toro es dificilísimo, por lo que se suele pinchar o clavar bajo con frecuencia, por todo ello suele existir la figura del sobresaliente que intervendrá de a pie para dar muerte al toro a estoque, las veces que el jinete no lo hace ni a caballo ni a pie, esto es reglamentario pero no muy ortodoxo por lo que los jinetes deberían tener la suficiente profesionalidad de acabar la faena al completo, de esto sabía mucho Álvaro Domecq Romero que mató infinidad de reses a pie.
BREVE HISTORICO DEL TOREO A CABALLO
Los orígenes del rejoneo vienen del alanceamiento de las reses bravas que servía como entrenamiento a los caballeros para la guerra y como entretenimiento a los aristócratas de aquellos tiempos. Con el alanceamiento se daba muerte al toro y entre los más hábiles de aquellos tiempos estaban los monarcas Carlos V y Sebastián de Portugal. Tanto las corridas como la lidia ecuestre parten de ahí hasta el punto de convertirse en mero espectáculo cuando se empiezan a construir las primeras plazas, por parte de las Reales Maestranzas de Caballerías, donde asiste el público para contemplar aquellos primeros adiestramientos.
La suerte primeramente se realizaba desde parado el caballo y al recibir la embestida se quebraba la lanza en el morrillo del toro y se intentaba salir por el costado ayudado por un paje a pie que distraía al animal en el embroque, entre los jinetes mas diestros se encontraba Don Pedro Ponce de León en tiempos del reinado de Carlos V.
Esta técnica antes mencionada evoluciona pasando los caballeros a ir a por el toro en movimiento siempre de frente y saliendo de la suerte con un cuarteo, este dinamismo se realiza gracias al que se acortan los estribos lo que permite un mejor control de la cabalgadura al poder utilizar más libremente las piernas, así cambia también las montas del ejercito. Cuándo surgían las cogidas de los caballos, los jinetes acababan desmontados, la perdida de las lanzas o de alguna prenda se tomaban como afrentas que el caballero debía resolver a pie y con la espada.
A raíz de la prohibición de estas prácticas en 1875 la Corte se aleja de los toros y surgen los “matatoros” de a pie y la antigua suerte del alanceamiento la desarrollan ahora los “varilargueros” que no dejan de ser los antiguos picadores, los cuales guardaron para sí el derecho de vestirse de oro en sus adornos, costumbre que subsiste en la actualidad.
Como dijimos en España cae la lidia a caballo cosa que en Portugal se sigue aun con las grandes limitaciones que se impone en otra prohibición por parte del papa Gregorio XIII, más tarde Pio V levanta la prohibición y ordena que a los toros se les enfunden o corten sus astas cosa que los Portugueses acogen de buen agrado y así estableciéndose la primera diferencia entre la lidia Portuguesa y la Española.
En España se perfecciona la lidia a pie y en Portugal la de a caballo prodigándose los adornos y se empiezan a escribir las primeras normas y el espectáculo es un alarde de matices artísticos y “cortesías” y acabando por la vestimenta a la “Federica” que aún hoy en día existe en los rejoneadores Lusos.
Llegamos a principios del siglo XX y aparece un capitán de caballería Cordobés llamado Cañero y con él, no la resurrección del arte ecuestre, ya que se seguían practicando en Andalucía, si no que el principio de la evolución del toreo a caballo, este caballero empieza a salir formalmente anunciado como rejoneador en espectáculos aislados por los ruedos españoles, basándose en que era caballista campero en las dehesas y como toreo a pie que lo realizaba como simple aficionado, de esta forma y con gran valentía alterna con los matadores de a pie en muchas corridas pero su forma es tosca y sin el refinamiento que los caballeros Portugueses tenían, aunque la rivalidad de ambos hace que los Portugueses acaben influidos por su toreo a caballo y así el toreo Español se afina y los Portugueses empiecen a banderillear a dos manos y a matar al toro con el estoque desde el caballo como lo hacía Cañero.
Surgen los primeros seguidores del arte ecuestre, así tenemos a “El Algabeño”, Alfonso Reyes o el mismísimo Juan Belmonte, uno de los grandes en el toreo a pie, que después de su retirada se dedica al rejoneo para no perder su gran amor a los toros, es más, Juan Belmonte creador del temple en el toreo a pie es el que empieza a templar a caballo pero donde surge un punto de inflexión es cuando a parece en el panorama el grandísimo Álvaro Domecq Díez una vez finaliza la guerra. Este gran caballero y gran conocedor del toro desde niño y también conocedor del arte Portugués se centra en la doma y logra que sus caballos toreen, esta evolución es seguida en especial por el Duque de Pinohermoso. El rejoneo y sus suertes se realizan con más precisión y perfeccionamiento y se ponen banderillas como en el toreo a pie de frente y de poder a poder, aunque como se sigue con la práctica de disminuir al toro en su cuerna los críticos de la época describen al rejoneo como “el número del caballito”.
Llegamos a mediados de los cuarenta y se abre la puerta a la mujer en el rejoneo, así Conchita Cintrón se convierte en su mayor exponente, más tarde aparece otro de los grandes Ángel Peralta el cual aporta espectacularidad y variedad a través de la doma y crea nuevas y originales suertes y alardes, llegamos a los años setenta momento dorado del rejoneo, donde como ejemplo decir que se realizan en 1971 169 festejos de rejoneo, con los hermanos Peralta, Ángel y Rafael, el portugués José Samuel Lupi, Manuel Vidrié, Fermín Bohórquez y sobresaliendo Álvaro Domecq. Más tarde surge otro de los grandes, en este caso el Portugués Joa?o Moura que sigue actualmente brillando y que junto a Javier Buendía y Manuel Vidrié escribieron una página importante del rejoneo.
Después de un declive del arte ecuestre por su trivialización y que a las reses se les corta excesivamente los pitones y se les castiga con los rejones en demasía, surge en estos tiempos que vivimos en la actualidad el toreo de a caballo con la aparición de Luis y Antonio Domecq, nietos del mítico Álvaro, Fermín Bohórquez hijo, que mejora a su padre y Ginés Cartagena que se deriva hacia la espectacularidad y los anteriores mencionados hacia la tradición clásica del arte ecuestre, coincidiendo con la muerte por accidente de Ginés surge el que va a ser el supere a todos sus antecesores y es nombrado el mayor de todos los rejoneadores de la historia, por su excepcional doma, sus maneras revolucionarias sin dejar el clasicismo y su singular ejecución de las suertes, todo esto lo lleva a ser el amo y señor del toreo a caballo, estamos hablando del Navarro de Estella Pablo Hermoso de Mendoza. Con el sí que se crea un antes y un después el rejoneo, además surgen también rejoneadores como Paco Ojeda que intenta realizar lo que hacía a pie sin conseguirlo, Andy el sobrino de Ginés Cartagena, el Cordobés Leonardo Hernández y el Madrileño Martín González Porras.
El rejoneo como podríamos resumir de este breve histórico es la especialidad más joven de las que observamos hoy en día aunque con un gran futuro por todo lo que a Pablo Hermoso de Mendoza aún le falta por desarrollar y hacernos disfrutar durante, esperemos, muchos años, así que debemos sentirnos unos auténticos privilegiados.
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