El modo de hacerla es situarse el diestro a larga distancia del toro, y de cara a él, ya venga levantado, ya citándolo, le obliga a que le parta, con lo cual es igual el todo de la suerte; estando en esta disposición, tendrá parados los pies hasta que el toro llegue a jurisdicción y humille, en cuyo momento con gran ligereza, hará un quiebro, con lo que saldrá del embroque, y cuadrándose con él, le meterá los brazos estando ya fuera de su jurisdicción con lo que el remate es seguro.