El segundo de La Tablada

Belmonte,100 años de alternativa

Relatos sobre las anécdotas que se recogen en el libro “Juan Belmonte, matador de toros” del autor Manuel Chaves Nogales.

Como ya hemos comentado en el capítulo anterior el último en llegar al grupo de torerillos tenía como función averiguar si había ganado encerrado para torear. Cuando a la vuelta del kilometraje ciertamente el ganado estaba allí, se organizaba la espedición para salir de noche.

Los muchachos no llevaban trastos algunos ya que serían delatadores en caso de ser cogidos y con la única luz de la luna marchaban hacia Tablada. Llegados al cerrado apartaban una res, generalmente, la más grande y con mejor trapío, aunque aquel ganado era carne de matadero y sus embestidas y arranques salían a relucir por el acoso de los muchachos.

El primero en torear siempre era Riverito y lo hacía con su chaqueta, que una vez acabadas sus tandas la arrojaba al suelo y sucesivamente todos los muchachos iban pasando uno a uno por estricto orden de jerarquía por lo que el último en torear poco podía hacer.

Una noche apartaron un toro grande que se arrancaba a la mínima, los torerillos, desconcertados, y acostumbrados al ganado que no se arrancaba se quedaron quietos  y ninguno de ellos se atrevía a salir.

¿Va a poder con nosotros este toro? ¿Pero es que nos va a lidiar el a nosotros?, se preguntaba Juan Belmonte. Cogió la chaqueta y se fue hacia el toro, el burel llegó poco a poco, midió el terreno y se arrancó, Belmonte aguantó firme y le marcó la salida con la chaqueta, el barbas de revolvió muy rápido y lo volvió a pasar, así una y otra vez, hasta que lo largó con un recorte y se quedó clavado, le volvió la espalda altivamente y tiró la chaqueta para el siguiente.

A partir de aquella noche Belmonte indiscutiblemente pasó a ser el segundo de Tablada.

Dehesa de la Tablada

Cap.1.- Primera heroicidad

Cap.2.- Cazador de leones

Cap.3.- Ha nacido un torero

Cap.4.- Una verdad revelada